lunes, agosto 30, 2010

VIAJE A BAVARIA 5: DE MUNICH A SCHWANGAU

Miércoles 11 de Agosto
El plan era levantarse pronto, ya que hoy abandonábamos Munich para dirigirnos a la zona de los castillos, por lo que para no perder mucho tiempo decidimos tomar café de la cafetera Nespresso que teníamos en la habitación del hotel, y acompañarlo de las galletas que habíamos traído desde España, y que aun no nos habíamos comido. Pero nos retrasamos un poco en la salida porque no encontraban nuestro coche en el garaje del hotel, en cuanto lo encontraron salimos con dirección a Garmisch Partenkirchen por la autopista. Pero enseguida nos encontramos con obras en la entrada a la autopista y nos llevo un poco más de tiempo del previsto. Una vez llegamos a la autopista continuamos sin problemas, y como no hay límite de velocidad pues a 150-160km por hora, y aun así algunos nos pasaban por la izquierda sin mayores problemas.
A poco de terminar la autopista, cuando nos quedaban pocos kilómetros para Garmisch, vimos en el navegador del coche que nos acercábamos el pueblo de Ettal, y Yo recordé que había leído en el foro que en este pueblo había una abadía muy bonita. Así que cogimos el desvió hacia este pueblo, nada mas pasar Oberau.
Subimos camino de Ettal pensando que después nos tocaría deshacer el camino recorrido para ir a Garmisch, y de allí seguir en dirección a los castillos. Pero no fue así, en Ettal encontramos el camino de Linderhoff que luego nos llevaría a Fussen y la zona de los castillos. Gracias a esto, este desvío de nuestra ruta prevista no se convirtió en un error que nos habría imposibilitado llegar a tiempo a ver los castillos.

En Ettal paramos para ver la abadía benedictina, de planta dodecágonal fue construida en 1330 por el Emperador Ludovico el Bávaro, como agradecimiento por su regreso sano y salvo de Roma, y destruida en 1733 por un incendio. Fue reconstruida en los años siguientes en estilo rococó.
Lo más significativo del conjunto es la basílica, gracias a su excelente decoración de estuco y a su cúpula de 59m. de altura, decorada con frescos que tratan sobre el cielo benedictino y sus principales santos bajo la Trinidad.

El monasterio, situado a 900 metros de altura, consta de explotaciones agrarias, varias fondas, un instituto con internado, una editorial artística, una destilería y una fábrica de cerveza. A día de hoy, y tras más de 400 años de tradición, el monasterio continúa fabricando su propia cerveza, además del popular licor del monasterio de Ettal que está compuesto por 40 hierbas aromáticas. La visita al recinto monástico es gratuita.

Nos sorprendió muchísimo encontrar algo de tal valor artístico y tan bello en un lugar tan apartado, en un paisaje semejante. Montañas, verdor y tranquilidad. Dedicamos unos minutos a ver la cúpula por dentro y por fuera; hicimos algunas fotos de los parajes cercanos; y una vez confirmado que íbamos por el buen camino nos dirigimos hacia Linderhoff.
De entre los castillos mas famosos de Ludwing II, está el castillo de Linderhof construido entre 1874 y 1878, una lujosa construcción de estilo rococó, imitando la residencia de Luis XIV. Linderhof es el único castillo en el cual el Rey Ludwing II vivió durante mucho tiempo.

Llegamos pasadas las 10 de la mañana a las inmediaciones del palacio. Aparcamos y nos fuimos volados hacia las taquillas. Nos dieron entradas para un tour guiado que empezaba a las 10.35, y aun nos faltaban 15 minutos para la hora de entrar, pero había que andar al menos 10 minutos más hasta la entrada del palacio por un camino con bastante cuesta. Iba a ser un preludio de las carreras que nos íbamos a dar, por llegar a tiempo, a las entradas de los castillos ese día.
Llegamos un poco antes de las 10.35 a la cola de entrada del castillo. La visita no se podía hacer de forma individual, y como no la había en español, la hicimos en ingles, aunque había algunos folletos en español, para los que no entendíamos mucho ingles como es mi caso, que te explicaban las características de cada estancia del palacio que íbamos visitando. También nos habíamos comprado un pequeño libro con explicaciones del castillo en la tienda donde vendían las entradas.
Mientras esperábamos pudimos apreciar la riqueza de los jardines y hacer algunas fotos.

La visita al palacio no duro más de media hora. De hecho el palacio era pequeño, y básicamente fue el hogar de Luis II, el lugar donde vivió más tiempo. El dormitorio real, la habitación más grande del palacio; el despacho y el resto de dependencias, en especial la sala de los espejos, resultaron espectaculares. Lástima que no dejasen hacer fotos en el interior.

Después de ver el palacio subimos hacia la gruta de Venus (Venusgrotte)

Y luego fuimos hacia el gabinete marroquí, al que no se podía entrar; tan solo se podía mirar desde la entrada a través de un cristal.

De allí de nuevo cuesta abajo hacia la zona del palacio, para hacer más fotos. Subimos las escaleras de los jardines que bordean las fuentes de enfrente del palacio, para poder verlo desde la parte mas alta.

El palacio es precioso y merece muchísimo la pena verlo, pero la cantidad de cuestas que hay hace que sea un poco dificultoso y cansado llegar hasta el. La vuelta hasta el parking un poco al trote porque eran ya casi las 11.45 y había que estar en los otros castillos a las 12.45 para recoger las entradas reservadas por Internet.
Según el navegador había 45 Km desde Linderhoff hasta Schwangau, el pueblo de los castillos, por una carretera entre montañas, subiendo y bajando puertos y bordeando un impresionante lago de agua de color verdosa. Por el camino vimos grandes lechos de ríos, ahora muy disminuidos de caudal por el verano, pero que denotaban la cantidad de agua que podía pasar por allí producto del deshielo primaveral.

En el trayecto cruzamos la frontera entre Alemania y Austria, para volver a entrar en Alemania a los pocos kilómetros. Cuando empezamos la subida hacia el centro donde se recogen las entradas de los castillos, situado junto a la entrada del castillo Hohenschwangau, el tráfico empezó a hacerse más denso y a un par de Km del punto de llegada había un atasco impresionante y ya habían pasado las 12.45.
Decidimos que para llegar a tiempo a recoger las entradas mi marido se bajara del coche e hiciera el km largo que quedaba corriendo, mientras Yo seguía en el coche e intentaba aparcarlo. Cuando llegue a la rotonda de información, entendí el por qué del atasco; los parkings estaban a tope y los que regulaban el acceso no es que fueran muy avispados. Al final acabe aparcándolo lejísimos y me toco andar un montón, a toda marcha porque ya era tardísimo, hasta llegar a donde me esperaba mi marido.
La oficina de tickets estaba aún casi 300 metros arriba de la rotonda, así que me tocó seguir cuesta arriba. La cola general era de aúpa, pero la cola de reservas anticipadas afortunadamente era mas corta. Y a pesar de todas las carreras que nos dimos por las múltiples cuestas que hay por esta zona, llegábamos a la puerta del castillo Hohenschwangau 5 minutos antes de la hora límite.
Este castillo fue la residencia de Luis II de Baviera durante su infancia y fue construido por su padre, el rey Maximiliano II convirtiéndose en su residencia oficial de verano y pabellón de caza. El conjunto de edificios están construidos en un estilo Tudor neogótico. El rey Maximiliano murió en 1864 y su hijo Luis le sucedió en el trono, trasladándose a la habitación de su padre en el castillo, desde la que podía contemplar las obras de su nuevo castillo: Neuschwanstein.

El sol había lucido durante todo el día, pero cuando iniciamos el tour guiado en español por este castillo, a través de altavoces en cada una de las habitaciones que activaba el guía mediante un mando a distancia, la lluvia hizo su aparición y estuvo lloviendo bastante mientras duro toda la visita.
A la salida seguía lloviendo, tuvimos que sacar el paraguas y tratar de refugiarnos un poco. Había que comer algo y luego coger el autobús para subir hacia la zona de Neuschwanstein. Comimos debajo de la lluvia, en un chiringuito que había al lado de donde salían los autobuses.

Afortunadamente, poco a poco iba dejando de llover. Subimos en el autobús (1,8€ por viaje ida cada persona; 1€ la vuelta) y cuando llegamos arriba ya estaba clareando.
Fuimos primero al Marienbrucke, sobre el cortado impresionante que dejaba la cascada y sacamos las primeras fotos del castillo.

Del puente nos fuimos al castillo, otros 10 minutos subiendo; pasamos por un mirador para hacer fotos del castillo y del valle con los pueblos de Schwangau y Füsen a lo lejos, y el lago entre medias. Por el otro lado el castillo de Hohenschwangau con el lago y la montaña verde. Las vistas eran absolutamente impresionantes.
Al trote llegamos a la puerta del castillo justo cuando le tocaba entrar a nuestro grupo. Empezamos el tour, en este caso con audioguia, que se ponía en marcha según íbamos llegando a cada estancia del palacio accionado con el mando a distancia del guía que nos acompañaba.
Aquí tampoco estaban permitidas las fotos y terminamos la visita guiada en menos de media hora. Ahora más tranquilos, sin las prisas de antes, y con el sol fuera nos dedicamos a disfrutar del entorno. Bajamos a ver la cascada, más de 150 escalones, para divisar el puente de Marien desde abajo. Y de nuevo volvimos al puente a hacer más fotos.
Sobre las 18.05 nos fuimos hacia la parada del autobús de vuelta a la zona baja de la montaña. El autobús tardo 20 minutos en llegar. Una vez abajo aun nos quedaba los casi 2 km de bajada hasta el coche, y a esas alturas ya estábamos absolutamente agotados.
Así que nos fuimos para el hotel, que estaba en Schwangau, el pueblecito más cercano a la zona de los castillos, tan solo 4 km.
Un pequeño hotel de 2 plantas sin ascensor, y por desgracia, nuestra habitación estaba en la segunda planta. Después del checking dejamos las maletas, nos arreglamos un poco y nos fuimos hacia Füssen.

En Füssen fuimos hacia el lago, para contemplar otro de los más bellos paisajes: los castillos desde el lago, con la luz del atardecer. Nos sentamos en un banco y disfrutamos algunos minutos de unas vistas increíbles

Se hacía tarde y nos fuimos hacia el centro de Füssen. Aparcamos en un parking del centro y paseamos por el pueblo. Encontramos, como habíamos visto en otros pueblos que ya habíamos visto, Las casas típicas de los pueblos de la ruta romántica.

Se hizo la hora de cenar y nos decidimos por un restaurante que habíamos visto callejeando: Aquila (Brotmarkt 9). Estábamos un poco pasados de salchichas y codillos, así que pedimos una ensalada de atún y pasta a la carbonara; terminando con un strudel.
De allí al coche y al hotel. Mas de las 11.30 cuando nos acostábamos, con el despertador puesto a las 6.40 porque al día siguiente nuestro hotel salía temprano y estábamos a un ahora del aeropuerto.
Jueves 12 de Agosto
Llovía a cantaros en Schwangau cuando nos despertábamos y durante toda la ruta hacia el aeropuerto. Al llegar al aeropuerto devolvimos el coche con unos 920 Km más que cuando lo habíamos cogido. Y con nuestro vuelo de regreso a Alicante finalizo este maravilloso viaje al sur de Alemania.
Me ha gustado tanto que sin duda volveré, pero con más tiempo, me hubiera gustado verlo todo con más calma, y además se nos han quedado muchas cosas sin ver que seguro que merecían la pena.

miércoles, agosto 25, 2010

VIAJE A BAVARIA 4: MUNICH

Martes 10 de Agosto
En nuestro segundo día en Múnich, desayunamos en la estación de trenes, en el mismo sitio que lo habíamos hecho el día anterior. Después de recoger el coche en el parking del hotel y guiados por el navegador nos dirigimos hacia el centro de Dachau, con la intención de encontrar la oficina de turismo donde nos den las indicaciones necesarias para llegar al campo.
Efectivamente llegamos al centro y allí nos dan la dirección, que al poner en el navegador, nos llevo al campo rápidamente. Pagamos el parking de entrada y compramos las entradas sin demasiadas colas. Hacemos entrada al campo de concentración por la entrada que tiene inscrita en su puerta el patético lema “el trabajo os hará libres”.

Recorremos el campo siguiendo las indicaciones de la audio guía, viendo rápidamente el museo, las explicaciones solo estaban en alemán e ingles, los pabellones reconstruidos, la zona de recuento, la calle principal, los monumentos religiosos, y terminamos en la zona del crematorio y el monumento al prisionero desconocido.

Al finalizar la visita a este campo de concentración nos sentimos menos impresionados de lo que pensábamos que nos íbamos a sentir, me impresiono mucho más el museo del holocausto que hay en Washington.
Nos dirigimos a la siguiente etapa del día: Schloss Nymphenburg, el palacio de verano de los Wittelsbacher, situado en medio de un bello parque, en la parte oeste de la ciudad.

Este palacio fue construido a instancias del Príncipe elector Fernando Maria y con el paso de los años sus sucesores fueron añadiéndole mas edificios dando lugar e este inmenso conjunto, joya del barroco alemán. En el edificio principal se puede admirar el salón de Piedra, decorado con impresionantes frescos,

Y la galería de las bellezas de Luis I (supuestamente sus amantes) con una colección de retratos de 36 mujeres, entre las que está el retrato de Lola Montez.
A pesar de que habíamos sacado el ticket combinado para todo Nymphenburg, eran 10€ frente a los 9€ por separado del palacio y la zona de carrozas y fabrica de porcelanas, verlos todos nos habría llevado casi 3 horas según el vendedor de tickets, pero como queríamos llegar a tiempo de ver la antigua Pinacoteca, nosotros solo le dedicamos una hora y media, por lo que lo vimos todo bastante rapidito.

Después de ver el palacio, nos acercamos a Amalienburg, uno de los pabellones de caza, que había dentro del recinto de Nymphenburg, cuya aexquisitez y elegancia quedan reflejadas en la sala circular de los espejos.
Paseamos por los jardines y decidimos no ver los otros gabinetes (Badenburg y Pagodenburg) y dirigirnos a las caballerizas para ver las carrozas, que cuenta con una colección de carruajes espectacular, que nos dejo impresionados, en especial las utilizadas por Luis II.
En el piso de arriba se encuentra la colección de porcelanas provenientes de la fábrica del mismo palacio, que aun hoy sigue estando en las dependencias del palacio.

Un poquito al trote nos dirigimos a la antigua pinacoteca (Alte Pinakothek) que cerraban a las 18hrs.
Un poco antes de empezar a ver la colección , en el mismo bar del museo, nos comimos un par de sándwiches de atún y unas coca-colas Light, algo completamente inusual en nuestro menú bávaro hasta ese momento, y con nuestras audioguias al cuello nos dispusimos a ver las principales obras del museo, ya que verlo entero hubiera resultado imposible.
El museo, con obras provenientes en su mayoría de las colecciones privadas de la familia Wittelsbach, contiene cuadros de Durero, Van Dyck, Tiziano, Botticelli, Rafael y Rubens entre otros, representando así prácticamente a todas las escuelas pictóricas europeas desde la edad media hasta el S. XVIII.

Salimos del museo cuando ya estaban cerrando sus puertas y nos fuimos hasta el Englischer Garten, un parque bastante grande de más de 5Km de largo, con algunos canales y lagos con agua proveniente del rio Isar, el rio que atraviesa la ciudad de Múnich.
No sabíamos muy bien a qué zona del jardín podíamos llegar en coche, así que pusimos a funcionar el navegador y nos llevo a la zona norte donde aparcamos. La zona era la más cercana al lago, en el que había un restaurante donde la gente estaba comiendo en mesas cerca del agua, en el mismo estilo de banco corrido y picnic que habíamos visto por la mañana en el mercado.
Dimos un paseo por la orilla del lago, y nos dispusimos a buscar la pagoda uno de los símbolos del jardín. Miramos un cartel y nos equivocamos al entender que la pagoda estaba en el extremo sur del jardín, lo que nos hizo coger otra vez el coche y callejear, hasta encontrar un sitio para aparcar en la zona sur del jardín, junto al Haus der Kunst.
Dejamos el coche y dimos un paseo de casi 50 minutos ida y vuelta hasta la pagoda, atravesando los senderos que cruzan el parque, y por los que vimos a mucha gente jugando en el césped o tomando el sol y cruzamos algunos riachuelos a uno y otro lado del camino. Fue una pena porque la pagoda estaba en el centro del Garten, y podríamos haber llegado igual desde la primera parada, ahorrando el tiempo de callejeo de norte a sur. La pagoda resulto ser otro lugar de comida y cena de picnic, como lo había sido el cercano al lago, o el del mercado de por la mañana. Había música típica y un montón de gente con sus cervezas y con comida que habían llevado hasta allí o que habían comprado allí mismo.

Después de pasear un ratillo iniciamos el camino de vuelta y llegamos al coche bastante cansados.
De camino al hotel pasamos por el recinto de la octoberfest (Theresienwiese), donde ya estaban empezando a montar algunas de las enormes casetas.
Nos fuimos para el hotel, y después de dejar el coche y de cambiarnos de ropa, nos acercamos a cenar a Zum Agustiner en Neuhauser, otro de los sitios con solera en Múnich.
Al principio no encontramos el codillo en la carta, porque no sabíamos como se decía codillo en alemán, pero en la carta en español vimos que hay algo que llaman “media pata de cerdo”, decidimos pedirlo y resulta ser el codillo buscado. Pedimos también un filete empanado, ensalada de patata y de col, Y los pretzels de siempre.
Nos volvemos al hotel y a dormir, decidimos hacer la maleta la mañana siguiente.

lunes, agosto 23, 2010

VIAJE A BAVARIA 3: MUNICH

Lunes 9 de Agosto
A pesar de que no era nuestra primera visita a Munich (habíamos estado 2 veces para ver el máster de tenis) pensamos que sería una buena idea tener una primera toma de contacto con la ciudad de la mano de los chicos de Sandeman (www.neweuropetours.eu, Las visitas guiadas gratuitas salen de Marienplatz a las 10.45 y suelen durar unas 3 hs).
Así pues, no madrugamos demasiado y tras desayunar en uno de los chiringuitos de la estación, fuimos caminando hacia MarienPlatz por la Bayerstrasse. Enseguida llegamos a la Karlsplatz donde está el Palacio de justicia, monumental obra del S. XIX, inspirado en el estilo renacentista italiano.

Y pasando por la Karlstor, una de las tres puertas de la ciudad que quedan en pie, llegamos a neuhauser, calle peatonal y muy comercial, que directamente nos llevó en 20 minutos a Marienplatz.
Llegamos a la plaza antes de tiempo, así que empezamos a hacer las primeras fotos y a deambular por los alrededores, especialmente dimos un vistazo al Virtualienmarkt; como eran poco más de las 10 de la mañana, la afluencia de gente era mucho menor de la que luego vimos a la hora de la comida.
Cuando llego la hora (10.45) nos acercamos al punto de encuentro en la columna de Maria en la Marienplatz y allí estaban los dos guías (una chilena, Francisca, y un canario David).
Nos ilustraron a cerca de la historia de la plaza y nos comentaron todo lo referente al carillón. Después del carillón de las 11, y de oír cantar al cuco, empezamos el tour; se echo a cara y cruz el reparto de los guías y nos tocó Francisca.
Entramos a la parte de atrás del ayuntamiento nuevo, donde hay un restaurante y desde allí fuimos a la catedral, que gracias a sus torres es prácticamente visible desde cualquier rincón de Múnich y que junto con el ayuntamiento son los dos edificios mas conocidos de la ciudad. Es una de las iglesias góticas más importantes de Alemania.
Se construyo en ladrillo rojo, y esto ayudo a que sus obras finalizaran en un tiempo record para los promedios de la época. Sus famosas torres están coronadas con unas curiosas cúpulas inspiradas en el arte renacentista italiano, y aunque en un principio eran provisionales, fueron tan aceptadas por los muniqueses que nadie se plateo sustituirlas. A la entrada del templo se puede ver, según una leyenda, la llamada huella del diablo.
Volvimos a Marienplatz para que Francisca nos enseñara la fuente del pescado, llamada así porque antiguamente los pescadores que comerciaban en esta plaza lavaban su género en esta fuente.
Camino de nuevo hacia del virtualienmarkt pasamos por la Iglesia de San Peter (Alter Peter), donde por la tarde subiríamos sus más de 300 escalones para divisar una de las mejores perspectivas de la ciudad. Cuando pasamos las campanas atronaban, y Francisca comento lo poco interesante de subir los 300 escalones a esa hora (las 12) para luego quedar aturdido por las campanas.
El viktualienmarkt (mercado de vituallas) tiene su origen en el S. XIX. Bullicioso y lleno de colorido ofrece por una parte productos como quesos, flores, vinos, souvenirs, etc.,
Y por otra un gran número de mesas y bancos donde comer y tomarse una cerveza.
Tras la visita rápida al mercado, que ya a esta hora estaba mucho mas abarrotado que cuando habíamos pasado nosotros, apenas un par de horas antes, nos dirigimos hacia la zona donde se encuentran las cervecerías más famosas. Primero pasamos por la puerta de Haxnbauer, donde según Francisca se hacen los mejores codillos, y de allí, a la vuelta de la esquina, llegamos a Höfbräuhaus, la más famosa cervecería de Múnich, fundada en 1589 como cervecería ducal, pero no fue hasta el S. XIX hasta que toda la población pudo tener acceso a sus enormes salas y su música en directo. Al año se sientan en sus mesas más de 4 millones de turistas. También ha pasado a la historia por haber sido el primer escenario, en 1920, de una manifestación nazi.
Hicimos una breve parada técnica para quien quisiera ir al servicio o comer algo, y hacia las 12.45 reanudamos la marcha.
Continuamos la marcha por la Maximilianstrasse, la calle donde se encuentran todas las tiendas de marca y caras de Múnich, y de ahí llegamos a la Max-Joseph-Platz, donde se encuentra el teatro nacional, de estilo neoclásico.

Y de allí, bordeando el conjunto monumental conocido como la Residenz nos dirigimos hacia Odeonsplatz, pasando por el sitio, en la calle Residenz, donde había habido una placa conmemorativa del intento de golpe de estado fallido de Hitler, tras el cual fue detenido, y después de pasar solo unos años de cárcel, en los que escribió su libro “Mi lucha (en alemán Mein Kampf)” fue puesto en libertad por un juez también nazi.
Al llegar a Odeonsplatz, delante del Pórtico de los Mariscales (copia de la loggia que hay en la plaza della signoria en Florencia) y desde el cual a Hitler le gustaba soltar sus soflamas, Francisca, nuestra guía, se ofreció a contestar todas nuestras dudas, dando así por finalizado el tour. Tras agradecerle sus explicaciones y el tiempo que nos había dedicado algunos le dimos una propina.

Había que descansar un poco, y reponer fuerzas, así que después de buscar un poco, decidimos sentarnos en el Zum Franciscaner, cercano a la plaza de la opera. En este ocasión tomamos salchichas pequeñas Bratwurst (con su chucrut, que seguía sin gustarnos demasiado) y una ensalada con pavo; además de los pretzel, a los que nos habíamos abonado.
Tras el descanso nos dirigimos a ver la Residenz. Sacamos el ticket conjunto para ver el palacio de la residencia (Residenzmuseum), el tesoro (Schatzkammer) y el teatro Cuvillies. Empezamos por el tesoro, en el que se puede ver una amplia colección de objetos de orfebrería, cristal, marfil y esmaltes.

La Residencia fue morada de los Witteisbach entre los S. XIV y XIX, y en ella se puede admirar junto a la riqueza de ideas del barroco la suntuosidad del rococó. Por ello se le considera una autentica joya del renacimiento europeo.
Entre todas sus estancias, destacan la impresionante sala renacentista del Antiqurium, con su techo abovedado y sus 69 m. de longitud,
La Ahnengalerie (galería de los antepasados), con más de 121 retratos de familia,
Los salones del reino

Y las capillas reales.
También cabe destacar el grottenhof (Patio de las Grutas) con cochas adheridas a sus paredes.
Y por último el teatro Cuvillies, del S. XVIII, que sin duda es el edificio más hermoso de todo el conjunto.
Salimos del complejo de la residencia y nos fuimos de nuevo a la Odeonsplatz para verla y a sacar fotos con calma.
Y visitar el interior de Theatinerkirche, la iglesia barroca completamente blanca en el interior y amarilla en el exterior.

Este templo se construyo como iglesia real en el S. XVII, siguiendo los patrones del barroco italiano. Aunque mas tarde se le incorporaron algunos elementos rococós.

De allí de nuevo a la zona de Marienplatz, un poco deprisita porque a las 18hrs cerraban el mercado y queríamos comprar algunas cosas que habíamos visto por la mañana, y antes queríamos también subir al campanario de la iglesia de San Peter (Perterskirche).
Previo pago de 1,5€ por barba y 305 escalones, algunos de ellos bastante angostos, conseguimos alcanzar la cima. Como el tiempo seguía siendo sorprendentemente bueno y claro, las vistas de la ciudad eran espectaculares. Hasta se veían los Alpes en la lejanía.
Bajamos para llegar a tiempo al mercado, donde efectivamente estaban cerrando las tiendas a la hora que habían dicho. Puntualidad alemana que dirían.
A partir de este momento dudamos sobre qué hacer. Por un momento estuvimos a punto de coger el metro para ir al jardín inglés (Englische Garten) pero el precio del metro, el cansancio y pensar que podíamos ir al día siguiente en coche hicieron que cambiáramos de opinión. Nos tomamos un par de batidos de chocolate y fresa en una heladería de Marienplatz, y nos dirigimos hacia la St. Jakobs-Platz, donde se encuentra el centro judío, que agrupa la Sinagoga y el Museo Judío.

Continuando por la calle Oberanger y encontramos la puerta Sendlinger Tor, del S. XIV.
Desde aquí seguimos por la calle Sendlinger buscando la iglesia de los Hermanos Asam, y su casa que estaba justo al lado, lástima que ya a esas horas estaba cerrada y no pudimos verla por dentro.
Luego fuimos dando la vuelta por el ring interior hasta llegar desde Sedlinger Tor a Karlplatz donde habíamos entrado al recinto histórico por la mañana. Dudamos si irnos al hotel y descansar, o volver al centro e internar cenar en HB; y al final, aunque cansados, decidimos ir hacia HB. Pasamos por la iglesia de San Miguel (Michaelskirche), que casualmente estaba abierta y entramos a ver su interior.

Seguimos paseando por Neuhauser camino de Marienplatz y de la calle donde estaba HB.
Al llegar a Hofbräuhaus, La actividad en la cervecería era incesante, estaba hasta los topes, había gente de todas partes comiendo y bebiendo al son de la música muniquesa.

Después de dar varias vueltas por el enorme local, encontramos un pequeño sitio libre junto a unos japoneses y otra pareja que se iba. Nos sentamos y rápidamente vino el camarero a preguntarnos por la bebida. Pedimos cerveza Radler para mi (esta es la cerveza que les gusta a los que no nos gusta la cerveza) y mi marido se pidió cerveza normal; ambas tenían que ser de litro, porque a partir de las 6 de la tarde no las sirven mas pequeñas.

Compramos un pretzel gigante a una vendedora del local y nos dispusimos a esperar casi una hora hasta que aparecieron los dos platos de salchichas que habíamos pedido. Prácticamente en cada comida comíamos salchichas pero es que están tan ricas y nos gustan tanto que no podíamos resistirnos, además aquí en España no comemos nunca. Lo pasamos muy bien con el ambientazo que había en el local.
Nos dispusimos a volver al hotel, haciendo el camino inverso por Neuhauser, y viéndonos en una pantalla gigante que Sony tenía instalada en la tienda de Benetton de esa calle. Unas cuantas fotos al lobby de diseño de nuestro hotel (Sofitel) y a dormir que le día había sido muy largo.