sábado, febrero 19, 2011

SEGUNDA ETAPA VIAJE A ARGENTINA: PENINSULA VALDES

Viernes 31 de Diciembre
Esta etapa de nuestro viaje la empezamos con un buen madrugón,…. pero de los gordos, nuestro avión salía a las 6 de la mañana y por lo tanto habían quedado que vendrían a recogernos a las 4 de la mañana. Así que a las 3.40 sonó nuestro despertador y a las 4 en punto estamos en la puerta del hotel. La furgoneta llego a su hora y como no había nada de tráfico en nada llegamos al aeropuerto Newbery ó Aeroparque. Al llegar al aeropuerto el lío es descomunal, estaba abarrotado de gente a pesar de la hora que era. Conseguimos las tarjetas de embarque sin demasiados problemas pero nuestro vuelo tiene 2 horas de retraso. Por fin tras una hora y cuarenta minutos llegamos a Trelew, situada en la provincia de Chubut.

Una de las cosas que más nos llama la atención al llegar es lo seco que esta todo, un paisaje realmente estepario.
El aeropuerto de Trelew es muy pequeño, y allí nos está esperando ya nuestra guía, Soledad, que nos lleva hasta el autobús en el que haremos los 70 KM. Que nos separan de Puerto Madryn, el pueblo donde nos alojaremos durante nuestra visita a Península Valdés. Durante el trayecto nos habla de las excursiones que podemos hacer y nos decidimos por dos: Bañarnos con lobos marinos y el avistamiento de ballenas.
Al llegar al hotel nos encontramos con un poco de desconcierto, la recepcionista no se enteraba de nada, pero conseguimos que nos den la llave de nuestra habitación. Le preguntamos que si en el hotel hay algo preparado para esa noche por ser Nochevieja, nos dice que hay preparado una cena con cotillón, pero no nos resulta muy apetecible y preferimos no asistir. Nos dice que no hay problema, que podremos cenar en el restaurante a la carta como un día normal, y preferimos esa opción y así de lo decimos. Subimos a la habitación a esperar que no subieran las maletas pero estas no llegan nunca, nerviosos porque se nos hacia tarde para la excursión que habíamos contratado y porque antes de irnos queríamos deshacer las maletas, llamamos a recepción preguntando por ellas, y al cabo de un buen rato por fin nos las suben. Una vez deshechas las maletas, bajamos a recepción y pedimos un taxi y nos dicen que en 5 minutos llega, después de estar esperando como 15 minutos y aun mas nerviosos porque se nos hacia tarde entramos a preguntar otra vez en recepción y nos dicen que lo sienten pero que se les había olvidado pedir el taxi, casi me como a la recepcionista, era el colmo de la incompetencia y lo malo es que aun no habíamos visto lo peor. Tras 5 minutos por fin llego el taxi.
Al final llegamos a la escuela de buceo antes de la 1, que es cuando empezaba la excursión y nos dicen que no empezaría hasta la 1.30; después de todo lo que habíamos corrido y de los nervios que habíamos pasado por tanta incompetencia resulta que nos toca esperar, por lo que decidimos ir a comer algo a un bar que hay al lado. Nos tomamos unos bocadillos y unos batidos, y volvemos a la 1.30 y nos dicen que lo sienten pero que no empieza hasta las 2, yo ya estaba un poquillo enfadada, pero” bueno calma que estamos de vacaciones”. Mientras esperamos nos van contando cómo va a ser y nos enseñan los trajes que vamos a llevar, unos trajes de neopreno de 7 milímetros. Cuando llego el momento de ponérnoslos descubrí lo incómodos que son, al principio no podía ni moverme y me picaba todo. Y luego, ya en el agua, apenas conseguía mantenerme quieta, sin parar de dar vueltas todo el tiempo, pero la verdad es que con el traje se flota fenomenal.
Nos montamos en un 4x4 para ir hasta la playa donde se encuentra la barca que nos va a llevar hasta donde nos vamos a bañar con los leones marinos, la verdad es que empezábamos a estar bastante emocionados con la idea de hacerlo.

No sentía miedo, al revés me apetecía hacerlo, me preocupaba mas que el agua estuviera demasiado fría (17º) que los lobos en sí.
El instructor no parece ser el mejor que podríamos haber tenido, se le ve con prisas y estamos menos tiempo en el agua de lo que creíamos que íbamos a estar, parece que al ser Nochevieja tienen prisas por irse a casa cuanto antes.

La experiencia es buena, mejor de lo esperado, Como podéis imaginar los lobos marinos no se están quietos pero aun así conseguí tocarlos un par de veces. Lástima que el agua estaba un poco turbia y a pesar de llevar gafas apenas se veía nada debajo del agua. Pero la verdad es que fue una excursión muy divertida. Nos reímos un montón con lo “pato” que yo soy en el agua.
Volvimos bastante cansados. Como habíamos madrugado muchísimo decidimos dormir un poco y estamos descansando hasta que llega la hora de las campanadas en España. Y para no perder la tradición mientras las escuchamos por internet nos tomamos las uvas en almíbar que yo había llevado desde España.
Tras ponernos guapos nos vamos a cenar. Bajamos al restaurante del hotel y a pesar de lo que nos habían dicho al llegar el restaurante está cerrado, el chico que hay ahora en recepción nos dice que el restaurante no se abre esa noche por ser Nochevieja, pero que la cafetería está abierta por si queremos tomar algo. Cuando vamos a la cafetería, apenas 20 metros de distancia de la recepción, nos dicen que la cafetería está cerrada. Mi cabreo ya no tenía límites, en este hotel los de recepción eran realmente tontos.
Protestamos en recepción pero no sirve de nada, nos dicen que lo sienten mucho pero unos por otros nos quedamos sin cenar. Damos un paseo por la playa hasta el primer restaurante que vemos (Las Dunas) donde el maître nos dice que no hay nada libre para Nochevieja. Nos volvemos paseando al hotel para que se nos vaya pasando el enfado y al llegar a la habitación, nos comemos unas galletas y unos bombones que teníamos y que se convierten en nuestra cena de Nochevieja. Al final acabamos durmiéndonos antes de que fueran las 0 hrs en Argentina porque a pesar de la siesta seguíamos estando cansados, el día había sido muy largo. Aún así nos despertaron los fuegos artificiales de Puerto Madryn, Jose se levanto a verlos y a la mañana siguiente me contó que habían sido impresionantes, porque toda la ciudad era un castillo de fuegos artificiales; múltiples puntos de luz a lo largo de toda la ciudad. Una pena que no me levantara de la cama a verlos.
Sábado 1 de Diciembre
Por ser día 1 de enero la excursión en vez de empezar a las 7´30, como en principio iba a ser, comienza a las 10, lo que eso significo después acortar la excursión y que no pudiéramos ver todo lo que estaba programado, nos quedamos sin ver la caleta Valdés.
Tras montarnos en el autobús, nos dirigimos hacia Península Valdés, empezamos una excursión que iba a durar 11 horas, recorriendo más de 400 km y muchos de ellos por pistas de tierra, y alcanzando temperaturas de 35º.
Llegamos al control de la península de Valdés, y poco después a un centro de bienvenida junto a la parte mas estrecha del istmo de la península, desde la que se ven los dos golfos y la isla de los pájaros que sirvió de inspiración al escritor de El principito para una de las escenas del libro. Pero no paramos, porque según nuestra guía lo haríamos a la vuelta. Pronto se acabo el asfalto, un poco antes del desvío hacia Puerto Pirámides. A partir de allí, casi 90 km de pista de tierra hasta llegar a Punta Norte. Un infierno de traqueteo y calor.
Finalmente llegamos a la zona de Punta Norte; nada mas llegar en el parking vemos un armadillo, seguramente muy harto de que le miren y con ganas de que se olviden de él. Se mueve de un lado para otro, escondiéndose debajo de los coches. Pero conseguimos fotografiarlo.

Dejamos el armadillo y tomamos un camino que nos llevara a ver una colonia de lobos marinos. El paisaje es tremendo, espectacular. El mar tiene un color precioso y está muy tranquilo. Conseguimos ver desde bastante cerca una manada de leones marinos, una de las hembras acababa de parir unos minutos antes y vimos como estaba expulsando la placenta, fue increíble.
Desgraciadamente no nos dejan demasiado tiempo para poder disfrutar más de este espectáculo, y nos tenemos que marchar.
La siguiente visita se suponía que era la pingüinera, pero en realidad nos llevaron primero a comer a la estancia propiedad de la agencia Argentina visión; los mismos de la excursión de buceo que habíamos hecho el día anterior. EL calor en la estancia es insoportable, de hecho tuvieron que sacar las mesas al porche porque dentro, bajo un tejado de uralita se superan los 40º.

Nos dan de comer lo que quieren, fiambre con empanada, ensalada y cordero patagónico, con un flan y dulce de leche como postre. El menú consistía en 140 pesos por persona. Durante la comida en ningún momento la guía nos dijo que teníamos que darnos prisa para que nos diera tiempo a todo. Cuando ella consideró apropiado pidió que volviéramos al bus para continuar hasta la pinguinera.
Al llegar nos llama la atención el hábitat en el que los viven los pingüinos de Magallanes, un paisaje absolutamente seco donde apenas tienen una sombra para protegerse del sol.

Siempre había creído que los pingüinos vivían en sitios fríos y húmedos pero parece que no es así por lo menos para este tipo de pingüinos. Los pingüinos de Magallanes son de tamaño medio, con ejemplares de entre 35 y 45 centímetros de altura (3 Kg de peso) y la cabeza es negra con una franja blanca.
Lo pasamos muy bien correteando detrás de ellos y haciéndoles miles de fotos.,
Fue una visita muy interesante, pero corta porque había que ir corriendo hacia Puerto Pirámide para tomar el barco para el avistaje de ballenas.
Nos sorprende que nos dirijamos ya hacia el avistaje de ballenas y le preguntamos a la guía si no teníamos que ir primero a Caleta Valdés, y sólo cuando ya vamos en marcha hacia lo de las ballenas, comenta que nos hemos dejado sin hacer la excursión de la caleta Valdés por falta de tiempo, por lo visto nos hemos entretenido demasiado comiendo; nos pregunta que si queremos podemos cambiar una excursión por la otra, pero teniendo en cuenta que ya habíamos pagado la del avistaje de las ballenas nadie quiso cambiar una por otra.
Así que más pistas de tierra para llegar a Puerto Pirámide justo antes de las 17hrs, que era cuando salía nuestro barco. Puerto Pirámides es un pequeño pueblo al ladito del mar con una playa muy atractiva y bastante concurrida.

Empezamos la travesía y pronto despejamos la duda sobre si íbamos a ver ballenas o no. No era fácil porque ya era enero y se supone que están aquí solo hasta mediados de diciembre, pero afortunadamente pronto empezamos a ver las primeras ballenas.


Afortunadamente vemos muchas mas de las que esperamos ver, es bastante espectacular ver lo cerca que están de la costa, como golpean el agua con su cola y el ruido que hacen. Disfrutamos mucho del espectáculo.

Volvimos para Puerto Pirámides pasadas las 18.30 y de nuevo al autobús para regresar a nuestro hotel. Esta vez al pasar por el centro de visitantes, si paramos para visitarlo y conocer la historia de los dinosaurios que vivieron en Península Valdés, y ver algunas reproducciones de su hábitat. Desde un mirador contemplamos la isla de los pájaros que está enfrente, y de vuelta a Puerta Madryn
Después de descansar un ratillo y de la necesaria ducha nos vamos a cenar a un restaurante al que habíamos echado el ojo el día antes.
La cena no está mal, pero tampoco es una maravilla, nos pedimos unos mejillones de primero y de segundo pasta.
Tras la cena, volvemos al hotel paseando por la playa.
Domingo 2 de Enero
Como casi todos los días, hoy también nos toca madrugar, nos ponemos el despertador a las 7am ya que venían a buscarnos a las 8. La sorpresa fue que cuando miramos por los ventanales de la habitación vemos que había estado lloviendo, y teniendo en cuenta lo poco que llueve allí fue bastante excepcional.
Un poco antes de la hora prevista vienen a buscarnos y continuando con las sorpresas vemos que somos los únicos que vamos a hacer esa excursión, con lo cual en vez de autobús nos está esperando un coche particular y el chofer-guía que nos va acompañar todo el día. Una vez superada la sorpresa nos damos cuenta de la ventaja que supone ir solos ya que nosotros marcamos los tiempos. Nuestro chofer-guía resulta ser un hombre bastante agradable que nos ameniza todo el viaje con sus explicaciones bastante interesantes.
La excursión de hoy tiene dos etapas: Punta Lomas y luego Puerto Rawson donde cogeríamos un barco para ver las toninas (delfines blancos y negros). Antes de empezar el viaje nos encontramos con la siguiente sorpresa, nuestro guía nos dice que la excursión a Punta Lomas que habíamos contratado no incluye la entrada al parque de la pinguinera de Punta Lomas, que era el principal motivo de la excursión. Le decimos que como puede ser que nos hayan vendido una excursión a Punta Lomas y no esté incluida la entrada. Dice que el no sabe nada (de hecho luego nos diría que es un autónomo al que la agencia le contrata para excursiones privadas o planificadas con pocos asistentes como es nuestro caso) y nos ofrece ir a la agencia para aclararlo y allí vamos. La encargada nos dice que sólo cuando la excursión viene prepagada con antelación se incluye la entrada, nos suena un poco a timo pero no queremos discutir, así que decidimos seguir adelante y pagar nosotros las entradas.
Nos metemos en el coche, con bastante enfado y nos vamos hacia Punta Lomas, cerca de 170 km al sur de Puerto Madryn. El paisaje es bastante monótono, como el de ayer en Península Valdés. Los últimos 22 kilómetros sobre pista de tierra que se nos hace eterna.
Al llegar compramos las entradas de la pinguinera y empezamos la visita. En este caso el paseo se extendía durante 1,5Km de ida y otros tantos de vuelta. Durante algo mas de hora y media estamos rodeados de pingüinos, guanacos y algunos otros animales de la fauna patagónica.


El parque es mucho más extenso que el de ayer en la pingüinera de San Lorenzo. Según nos aproximamos a las zonas de mayor densidad, la visita se hace mucho más interesante.

Sobre todo al verlos entrar en el agua y desplazarse como un ejército en formación desfilando todos con el mismo paso tan divertido.

Al acabar la visita otra vez al coche y nos vamos hacia Puerto Rawson a embarcar para ver las toninas.
Llegamos antes de tiempo, y nos vamos a comer a un sitio al lado de la agencia donde habíamos contratado la excursión para ver a las toninas. Seguimos la recomendación que nos dio nuestro guía y pedimos una picada de marisco: Pescado rebozado, calamares, 4 langostinos y variados tipos de pulpitos y boquerones en escabeche.

Después de ponernos los salvavidas empieza la excursión en barco que nos lleva a la zona donde se suponía que estaban las toninas pero no aparecen por ningún lado, pero en cambio el mar estaba cada vez mas picado. Cuando ya casi habíamos perdido la esperanza de verlas conseguimos ver algunas pero van tan rápido y con el mar tan movido que no disfrutamos mucho del viaje. Esta excursión no nos deja muy satisfechos.
Se hace la hora de irnos para el aeropuerto, y en el trayecto el guía nos va enseñando playa Unión, la playa principal de Rawson y el centro de la ciudad.
Llegamos al aeropuerto, facturamos y pagamos las tasas, que han pasado de 17 a 34 pesos con motivo del principio de año. El avión sale más o menos a su hora y el vuelo dura menos de 2 horas. Conforme nos vamos acercando a Ushuaia, desde el avión, el paisaje es precioso, vamos sobrevolando los andes nevados y al llegar al canal Beagle y ver la ciudad a lo lejos contemplamos una de las mejores vistas de todo el viaje. Una recomendación para quienes hagáis este viaje en el futuro imprescindible coger en el avión asiento con ventanilla para no perderse nada de este paisaje tan maravilloso.
El aeropuerto, situado en una pequeña península, es pequeñito pero muy bonito, todo de madera. Allí nos estaba esperando nuestro nuevo guía, quien nos acompaña a nuestro hotel, el hotel Las Hayas.
Las vistas desde la habitación del hotel son espectaculares. Deshacemos las maletas y llamamos un taxi para irnos a ver la calle San Martin, centro comercial de la ciudad. Son casi las 10 de la noche, pero aun es completamente de día. Paseamos arriba y abajo; tomamos un “lomito completo” (bocadillo de carne y un montón de cosas más), en una cafetería llamada Andino y nos volvemos al hotel un pelín cansados.