jueves, febrero 21, 2008

EXTREMADURA - FEBRERO 2008

Llegamos a Trujillo cuando ya era de noche y enseguida, tras colocar nuestras cosas en el hotel (antiguo convento de san Antonio) salimos a dar un paseo para tomar un primer contacto con los alrededores y buscar un sitio donde cenar. Enseguida, tras recorrer algunas de sus estrechas y empinadas calles llegamos a la plaza Mayor.





Esta plaza en un principio fue zona de arrabales situada extramuros y en ella se celebraba mercados y espectáculos públicos. A partir del S. XVI se convirtió en una plaza señorial y renacentista donde las familias nobles edificaron sus palacios. Hoy en día sigue siendo el lugar más emblemático de la ciudad, en la que destacan sus bellos soportales y la estatua ecuestre de Francisco Pizarro, hijo de la ciudad y descubridor del Perú, y en la que también se pueden encontrar numerosos restaurantes.







Nos habían hablado de “La Troya” un restaurante bastante típico y nos apetecía conocerlo. Llegamos pronto y no hubo problemas de colas, nos sentamos y enseguida nos sirvieron una ensalada, media tortilla de patatas y chorizo ibérico. Luego había que elegir entre un primero y un segundo y postre. Es un sitio curioso, en el que la cantidad prima sobre la calidad, el camarero, un tipo muy simpático y atento, no paraba de repetirnos que si queríamos mas que no teníamos más que pedírselo y os aseguro que las raciones eran bastante grandecitas, imposible de terminar con ellas. Es un sitio al que merece la pena ir una vez por conocerlo, pero no creo que merezca la pena repetir, a no ser que se quiera comer mucho y muy barato (15€).






A la mañana siguiente pusimos rumbo a Cáceres y al llegar lo primero que hicimos fue buscar la oficina de turismo, ya que sabíamos que de allí salían unas visitas guiadas por la zona amurallada de la ciudad.
Cáceres fue declarada en 1986 por la Unesco Patrimonio de la Humanidad.
Adentrarse en Cáceres es caminar por una ciudad medieval, renacentista y barroca, que gira en torno a tres núcleos: la plaza de Santa María, La Plaza de San Jorge y la Plaza de San Mateo. Algo que me llamo la atención es el gran número de cigüeñas que anidan en muchos de los tejados de Cáceres y que sobrevolaban constantemente por encima de la ciudad.
Encontramos la oficina de turismo en la plaza mayor y mientras que esperábamos que se iniciara la visita guiada pudimos pasear por ella y disfrutar de su encanto.










La visita comenzó en el Arco de la estrella, del S. XVIII, por el que accedimos al recinto amurallado





y tras bordear el palacio arzobispal



llegamos a la Plaza de Santa María, donde se encuentra la concatedral de Santa María, cuyos orígenes se remontan al S.XIII, si bien la mayor parte del edificio se construyo en los S. XV y XVI en estilo románico de transición al gótico.



Cabe destacar el retablo de madera del altar mayor, el órgano y las lámparas de plata que iluminan las naves de la iglesia y que fueron una donación de Endesa.









En la misma plaza se encuentra el Palacio de Carvajal, que cuenta con una torre redonda almohade del S. XII y que actualmente es la sede del Patronato de turismo, en su patio ajardinado se encuentra una higuera milenaria única en el mundo,









el palacio de Mayoralgo, con fachada del S. XVI y un magnifico patio mudéjar,







la casa de Hernando de Ovando de estilo Renacentista



y el Palacio de los Golfines de Abajo del S. XVI con decoración plateresca en su crestería.




A continuación se encuentra la Plaza de San Jorge en la que además de la iglesia de San Francisco Javier y de la casa de los Becerra del S.XV hay unos puestos donde se pueden adquirir objetos de artesanía extremeña y otros souvenirs.




Subiendo por la cuesta lateral de la iglesia se llega a la parte más alta de la ciudad monumental donde se encuentra la Plaza de san Mateo con la iglesia del mismo nombre que fue edificada sobre una mezquita almohade.

Uno de los muchos nidos que pueblan los tejados de Caceres.




Enfrente esta el convento de San Pablo, donde compramos, a través del torno, unos dulces buenísimos hechos por las monjas de clausura




y el Museo de Cáceres, situado en la Casa de las Veletas en cuyo interior se puede ver un Aljibe almohade.


Al acabar la visita y ya fuera de la zona amurallada seguimos paseando por la calle Pintores hasta llegar a una plazita donde estaba la Iglesia de San Juan y donde comimos en una de las terrazas de los muchos bares que habían. Pedimos una tabla de ibéricos y otra de quesos y comimos de maravilla, estaba buenísimo. (Siento no haber hecho la foto antes de empezar a comer).

Después de comer volvimos a visitar todo lo que habíamos visto por la mañana pero de una forma más pausada.




A media tarde, al estar ya algo cansados decidimos volver a Trujillo para poder ver la plaza mayor de día, porque el día anterior la habíamos visto ya sin luz, de noche, y teniendo en cuenta que las previsiones para el día siguiente eran de lluvia no queríamos quedarnos sin verla con sol.


Tras verla y tomarnos un café en la cafetería del hotel “Isla del Gallo”, y Como estábamos bastante cansados decidimos tomar algo ligero en uno de los bares de la plaza e irnos pronto a descansar.
Al día siguiente, afortunadamente aunque estaba bastante nublado no estaba lloviendo, así que pudimos aprovechar el día y seguir viendo Trujillo. Fuimos a buscar las visitas guiadas que nos habían dicho en el hotel que también salían de la oficina de turismo que se encontraba en la plaza mayor.
La visita empezó a las 11 en la misma plaza donde visitamos la Iglesia de San Martin, del S.XVI.


En su interior se pueden ver sus cubiertas de bóvedas de crucería, interesantes capillas laterales cerradas con bonitas rejas renacentistas y un órgano barroco.

Al salir volvimos a admirar la estatua de Pizarro y algunas casas importantes de la plaza como el palacio de los Duques de San Carlos del S. XVI, de la que destaca sus dos fachadas exteriores una con el escudo de la familia y la otra con una hermosa galería porticada.




Una vez salimos de la plaza y fuimos ascendiendo para llegar hasta el castillo pudimos visitar el Palacio de Juan Pizarro de Orellana, en la actualidad sede de una orden religiosa. Su fachada cuenta con una galería adintelada en la que están los escudos de las familias Pizarro y Orellana.

En su interior vimos un interesante patio plateresco con doble claustro.


Entramos al recinto amurallado por la Puerta de Santiago situada al lado de la iglesia de Santiago del S. XIII, pero que en la actualidad no está dedicada al culto.


En la subida pudimos ver la torre del Alfiler, torre gótica del S, XIV con cúpula de ladrillos,

y así llegamos hasta las puertas del castillo. Construido entre el S. X y XI, está situado en la zona más elevada de la ciudad. De estructura totalmente militar, desde sus torreones se divisa toda la ciudad y buena parte de la comarca.




A la salida del castillo visitamos la casa museo de Pizarro y la Iglesia de Santa María. De estilo tardorromanico es el templo más importante de todos los que se encuentran dentro de las murallas. Probablemente fue edificada sobre una mezquita musulmana.


Tras visitar esta iglesia y otra vez en la plaza Mayor finalizo nuestra visita a Trujillo.
Nos ha gustado mucho lo que hemos visto de Extremadura y no han disminuido nuestras ganas de seguir conociéndola un poco más en un próximo viaje.

2 comentarios:

Marisabel dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Marisabel dijo...
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