
Bora-Bora es un atolón, de unos 30 kilómetros de circunferencia, con fama de ser una de las islas más bonitas de la tierra. Está rodeada de una laguna de aguas turquesas y cristalinas que permiten ver con claridad todos los pececillos que en ella habitan, y de la barrera de coral que hace que estas aguas sean realmente tranquilas y que sus playas tengan una arena blanquísima y muy fina. En el centro de la laguna, con sus dos picos más altos, el Pahia de 661 metros y el Otemanu con 727 metros, se encuentra la isla principal, la más grande de Bora Bora, 9 km de largo y 4 de ancho, en ella se hallan los pueblos más importantes y la capital Vaitape, una pequeña población pesquera de casitas bajas.
Esta isla principal se encuentra rodeada de motus, pequeñas islas unidas a la barrera de coral, donde se ubican los mejores hoteles.
El aeropuerto de Bora-Bora, bullicioso y concurrido, se encuentra en el motu Mute. Al llegar nos recibe una chica ataviada con el típico pareo y los collares de flores de bienvenida. Enseguida nos acompaña hasta la lancha que nos llevaría hasta el Hotel Meridien, situado en el motu Tupe, que será nuestro hotel en Bora-Bora, en algo menos de 30 minutos, aunque antes tendremos que esperar a algunos clientes más que estaban a punto de llegar.
El hotel cuenta con 100 habitaciones, 80 de ellas son overwater situadas sobre la laguna y con vistas al monte Otemanu.
Por fin llegamos a nuestro hotel ubicado entre playas paradisiacas de aguas transparentes y arena blanca coralina bordeada de cocoteros. La laguna en esta parte de la isla es poco profunda y muy tranquila, su color varía en función de la profundidad oscureciéndose bruscamente en la zona central de la laguna. El hotel Meridien fue el primer hotel de lujo que se construyo en esta isla, al ser el primero tuvo la oportunidad de elegir la mejor ubicación, está situado probablemente en una de las zonas más bellas de la laguna.
Al llegar al puerto del hotel nos estaban esperando para llevarnos hasta recepción con un cochecito como los del golf, las distancias son tan grandes que se hace necesario.

Nuestra habitación era preciosa, algo más pequeña que la de Moorea pero perfectamente decorada con maderas nobles, ventanas tipo persiana, techos de paja y telas de tonos tierra que hacían que te sintieras en un auténtico ambiente polinesio.




Tras deshacer las maletas, asearnos y ponernos guapos nos fuimos de nuevo hacia el edificio principal en busca del comedor ya que no habíamos comido demasiado y el hambre apretaba. En este hotel también teníamos contratada la media pensión, que incluye dos botellitas de agua en la cena. El restaurante era tipo buffet, era bastante grande con una parte cubierta y otra en el jardín alrededor de la piscina. La comida era bastante variada, cada noche estaba dedicada a una parte del mundo: italiana, oriental, etc., y la calidad no estaba mal para tratarse de un buffet. También se podía comer a la carta en un restaurante anexo reservando antes.
Después de la cena nos fuimos dando un paseo hasta nuestro OW, cruzando la playa, a pesar de que había muy poca iluminación pero era un paseo muy agradable y ayudaba para bajar la cena.
A la mañana siguiente, después de desayunar, nos pasamos por el mostrador de reserva de excursiones para ver que nos ofrecían y elegir alguna excursión. Al final nos decantamos por tres, una por el interior de la isla, otra para alimentar las mantas rayas y los tiburones y la ultima para dar una vuelta completa a la isla en moto de agua.
Al salir nos dimos cuenta que al lado estaba la sala de Internet y que este era gratuito por lo que aprovechamos para hablar con nuestros hijos un ratito por el skype.
De camino hacia nuestra habitación pasamos por el lagunario de las tortugas, ya que este hotel participa en un proyecto de protección de tortugas para facilitar su reproducción. Se encuentran en la laguna interior del hotel en la que se puede nadar y hacer snorckling rodeado de gran variedad de peces tropicales y sobre todo de las impresionantes tortugas marinas, que con mucha curiosidad se acercan a los bañistas hasta el punto de poder tocarlas.

Todos los días, a las 10.30 de la mañana, una de las cuidadoras les da de comer y va explicando todo lo relacionado con estos animalitos: su forma de vida, su alimentación, etc., el único pero es que toda la explicación era en francés e ingles.



Como cada noche, en el paseo de regreso a nuestra habitación, nos sorprendía ver el cielo plagado de miles de estrellas que hasta entonces ni imaginábamos que pudiesen existir.
A la mañana siguiente, al igual que todas las mañanas nos despertábamos con los primeros rayos del sol. Aunque en Bora-Bora, debido a la orientación oeste de nuestra habitación, no podíamos ver la salida del sol eso no nos desanimaba a salir a la terraza y ver como la luz del sol inundaba cada rincón de nuestro paraíso particular.
Nos esperaba un día muy completo ya que teníamos programadas dos excursiones, por la mañana dar una vuelta a la isla por el interior y a mediodía también dar la vuelta completa pero en moto acuática por la laguna. Por lo que teníamos que recargar nuestras energías con un buen desayuno, al llegar al restaurante nos sorprendió muy agradablemente cuando nos ofrecieron estos sillones tan idílicos mirando al mar, cualquier desayuno en esas circunstancias os aseguro que es inigualable.












Al llegar nos dirigimos hasta nuestra habitación para cambiarnos de ropa y prepararnos para nuestra siguiente excursión del día, esta vez en moto acuática.
En la playa del hotel nos esperaba ya Nicolás, un argentino encantador que iba a ser nuestro guía. En total éramos tres parejas y el guía, que nos fue guiando alrededor de la isla central dándole una vuelta completa y parando en algunos lugares para apreciar mejor las maravillosas vistas tanto de la isla como de los motus y explicando todo aquello que íbamos viendo: el primer hotel que se construyo en la isla que disponía de ovwewaters, pero que tristemente estaba cerrado ya que no había podido soportar la competencia de otros hoteles.




Al día siguiente nos esperaba otra excursión maravillosa, quizás la que mas, y sin duda desde luego fue la mas excitante ya que no siempre una se baña con tiburones en mar abierto. A pesar de que sabía perfectamente que estos tiburones no atacan a humanos cuando lo ves allí nadando cerca de ti en esas aguas tan profundas te sientes absolutamente indefensa y el miedo no se puede reprimir. Pero bueno, no adelantemos acontecimientos.
Como todos los días nos levantamos prontito y después de desayunar esperábamos ansiosos que empezara la excursión. A la hora indicada nos fuimos hacia el embarcadero y vimos que ya había llegado la lancha en la que íbamos a salir al mar y que nos estaba esperando y a algunos clientes mas del hotel, entre ellos otra pareja española que hasta ese momento no habíamos conocido.
En cuanto estuvimos todos nuestro guía se presento y enseguida zarpamos rumbo a la aventura. El guía era un tipo muy peculiar, a pasar de qué hablaba ingles y yo le entendía a medias nos reímos un montón con él, era nativo de la isla, iba vestido con taparrabos, con el que incluso se bañaba en el mar, y nos amenizo toda la excursión tocando el ukelele y cantando canciones.
Al primer lugar al que nos dirigimos estaba fuera de la laguna, ósea al otro lado de la barrera de coral, y eso ya imponía un poquito. Resultó excitante atravesar la barrera de coral, dejar atrás las transparentes y apacibles aguas color turquesa de la laguna y encontrarnos en el océano mucho más oscuro, emocionante e impredecible. Al llegar al sitio elegido por el guía, y en el que ya habían otros barcos, anclo la barca y tras prepararse poniéndose, según el repelente de tiburones, luego descubrimos que era protector solar, y recolocarse el taparrabos para no perderlo en el agua, comenzó a tirar al mar pescado para atraer a los tiburones que no se hicieron esperar. Los más valientes, junto con el guía se lanzaron al agua enseguida, y entre ellos mi marido.

Al poco solo quedamos en la barca otras dos chicas y yo. Una de ellas intento bañarse y desistió, la otra tenía muy claro desde antes de llegar que no se iba a meter al agua y Yo no acababa de decidirme, tenía ganas de bañarme con los tiburones pero el miedo no me dejaba. Al final me arme de valor, pensé que si no lo hacía no tendría otra oportunidad y que luego me iba a arrepentir si no me lanzaba.

Al principio me quede pegadita a la escalera de la lancha por si había que subir deprisa, pero en cuanto mi marido me vio en el agua empezó a tirar de mi para llevarme mas cerca de donde estaban los tiburones. Es impresionante verlos tan de cerca, aunque ellos siempre se muestran distantes y te ignoran por completo. Fue muy emocionante. Pero a pesar de la emoción fui de las primaras en volver a la lancha.

Cuando hubieron subido todos nos dirigimos hacia nuestra siguiente parada. En esta ocasión íbamos a ver mantas raya y el lugar elegido era ya dentro de la laguna, arropados por la barrera de coral, por lo que había menos profundidad, de hecho hacíamos pie. Esta vez la primera que se lanzo al agua fui yo. Era la segunda vez que estaba con ellas y además tocábamos pie, así que todo controlado.




Cuando acabo la excursión de vuelta a nuestro hotel cogimos una típica canoa polinesia, de las que ofrecían en el hotel gratuitamente, y dimos una vuelta por la laguna sin alejarnos demasiado del hotel.
Esa tarde iba a ser la última que pasábamos en Bora Bora y no queríamos irnos sin volver a disfrutar un ratito de su maravillosa playa, mientras disfrutábamos de los últimos rayos del sol pudimos ser testigos en primera línea de una boda de unos canadienses a los que acompañaban sus 5 hijos, dos del y tres de ella, la verdad es que fue una boda preciosa y muy emotiva hasta para los que nos lo conocíamos de nada.

A la mañana siguiente recoger todas nuestras cosas, hacer las maletas, el último desayuno y espera a que vinieran a buscarnos para volar hacia Tahiti.
2 comentarios:
vaya envidiaca...
el proximo Patt y yo solos
woww.. que lugar mas increible!!! para este año ya saque vuelos a Sydney pero el proximo ire a conocer la polinesia.. las playas son un real paraiso..se nota que la pasaron bien
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