sábado, agosto 21, 2010

BAVARIA: EL PAIS DE LOS CUENTOS DE HADAS

SABADO 7 DE AGOSTO
Salimos de casa muy pronto, nuestro avión de Ryanair con destino a Memmingen salía a las 6´25 y habíamos puesto el despertador a las 4.45. Llegamos al aeropuerto de Alicante a las 5.30, tras los consabidos controles en el aeropuerto nuestro avión salía pasadas las 6.30. El Avión iba lleno, así que entre el bullicio del resto del pasaje y la estrechez de los asientos no conseguimos dormir. Aun así el vuelo resulto bueno, me llamo mucho la atención y me hizo mucha gracia la musiquilla que ponen cuando el avión aterriza, parece que es costumbre en todos los vuelos de Ryanair.
Llegamos sobre las 9 al aeropuerto de Memmingen, que es como una antigua base aérea, con los hangares camuflados para evitar posibles bombardeos. Es un aeropuerto más bien pequeño y en el que tan solo caben 2 o 3 aviones.
Tras recoger nuestro equipaje nos dirigimos al mostrador de Hertz en el que habíamos reservado un coche. Cuando llegamos al parking, plaza 19, nos encontramos con la agradable sorpresa de que el coche es un BMW 1 (habíamos reservado un coche tipo Ford Focus), equipado hasta con navegador, aunque en alemán. Estaba completamente nuevo, solo tenía 4 km, lo estrenábamos nosotros. Fenomenal!!!! Afortunadamente nosotros llevábamos un navegador en español y no tuvimos problemas.
Enseguida nos dirigimos hacia el norte por la autopista. Estaba un poco nublado y el termómetro del coche marcaba 13´5º. Entre unas cosas y otras son casi las 10 cuando salimos por la autopista.
Después de más de 100 Km salimos de la autopista hacia Dinkelsbühl, pueblo de la ruta romántica (Que se extiende desde Würzburg hasta Füssen) que habíamos visto referenciado en el foro. Después de conducir un poquillo fuera de la autopista llegamos al pueblo en cuestión. Aparcamos fuera de la muralla, porque vimos que los coches que nos precedían también lo hicieron. Luego nos dimos cuenta de que había otros parkings más cercanos al centro, pero como aun estábamos muy frescos en eso de andar no nos importo el paseíto.

La parada en el pueblo todo un éxito, porque el sitio es muy bonito; de lo mas atractivo que vimos en la ruta romántica. Paseamos por las 2 calles principales, vimos el extremo de la muralla y cogimos información en la oficina de turismo.

Luego ya casi a las 12.30 paramos a comer. Habíamos tomado el café con galletas antes de las 5 de la mañana, y desde entonces nada y ya teníamos bastante hambre. El restaurante se llamaba Beinkeller y tomamos las primeras salchichas bratwurst y cerveza de las muchas que nos quedaban por tomar. También aprendimos que splatz significa pasta, ya que lo elegimos también como plato a compartir junto con una ensalada. El postre pensamos comprarlo en alguna de las panaderías que habíamos visto al llegar, pero cuando volvimos a pasar por delante de ellas estaban cerradas, así que decidimos tomarlo en el siguiente pueblo de la ruta romántica que teníamos señalado: Feuchtwangen.

Hasta el llegamos por carretera normal, no por autopista. Este pueblo ya era otra cosa, no era tan bonito como Dinkelsbühl. Así todo dimos una vuelta con el coche y paramos a tomar un helado cerca de la plaza del pueblo. Helados muy baratos, a 0,70€ el cono con una bola de helado.
Después del helado volvimos al coche, que esta vez estaba aparcado al lado, y nos dirigimos al siguiente pueblo de la ruta, antes de Rothenburg: Se trataba de Schillingsfürst. Un poco menos bonito que el anterior; la cosa parecía que iba decreciendo. Llegamos al centro del pueblo, donde paramos un rato sin ver nada extraordinario. Decidimos subir hacia donde marcaba el navegador, una cuesta muy pronunciada nos subió hacia donde había un mirador con unas mesitas con alemanes tomándose sus cervecitas. Aparcamos, hicimos unas cuantas fotos y video del pueblo y de sus alrededores y vuelta al coche.
Decidimos irnos hacia Rothenburg ob der Tauber, esperando que el nivel de atractivo volviera al menos a ser como el del primer pueblo que habíamos visto. Y no solo fue así sino que lo superó ampliamente. Solo llegar a las inmediaciones de su centro histórico ya entendimos que aquello iba a ser otra cosa.

Rothemburg es uno de los principales puntos de la ruta Romántica, gracias a que conseguido conservar a través de los siglos la imagen de cuidad gótica fortificada de la Edad Media.
Al llegar nuestro principal problema era encontrar el hotel. El navegador se empeñaba en llevarnos al hotel a través de una calle peatonal que a esa hora se encontraba abarrotada de terracitas llenas de gente.
Tuvimos que dar varias vueltas, parar, ir andando al hotel, y volver a sacar el coche hacia una calle lateral, muy estrecha por la que parecía que no nos iba a caber el coche, pero que al final nos sacó a la calle Herrngasse 13, donde se ubica el hotel Gotisches Haus.

Acercamos el coche todo lo que pudimos a la puerta del hotel y bajamos las maletas. En la recepción, el dueño nos dio las llaves, también la de la puerta del hotel que se cerraba a las 10 de la noche. Nuestra habitación estaba en la tercera planta, la habitación 31. El hotel estaba construido en el S.XVI, y era precioso, con muchísimo encanto, en las escaleras aun se podía apreciar toda la estructura de madera. http://www.romanticroad.com/gotisches-haus/
Rápidamente nos fuimos hacia la plaza del mercado, donde está situado el ayuntamiento, (de estilo renacentista, fue construido entre 1572 y 1578)

para subir a su torre, de 60 m. de altura, que cerraba antes de las 6, y desde la que se disfrutaba de una vista muy atractiva de todo el pueblo.

Al lado del ayuntamiento, en el edificio que ocupa la oficina de turismo, hay un reloj con carillón, que a las horas en punto, se abren 2 ventanitas y se ve a 2 figuras, una de las cuales hace el ademán de beber de una gran jarra. No es de los carrillones mas bonitos que hemos visto, mucho mejor el de Múnich, pero ya que estábamos allí no podíamos dejar de verlo.
La subida la torre del ayuntamiento, con tramos bastante empinados, fue un poquillo complicada (vamos, que los años no perdonan y yo ya tengo unos cuantos) pero mereció la pena el esfuerzo, porque las vistas eran impresionantes.

Bajamos de la torre, y nos fuimos a patear el resto del pueblo. Primero nos metimos en una tienda de Navidad (en la misma calle de nuestro hotel), que según su propia publicidad, es la más grande del mundo y efectivamente así debía ser, porque la cantidad y calidad de adornos y objetos de Navidad eran impresionantes. Es un sitio que no se debe dejar de ver, es preciosa. http://www.wohlfahrt.com/
El centro histórico de Rothenburg se configura alrededor de 2 ejes de calles; una de este a oeste; y otra de norte a sur que se cruzan en la plaza en la que se encuentra el ayuntamiento y la oficina de información de turismo. El eje este-oeste está compuesto por las calles Herrngasse y Rödergasse y las puertas del castillo y del viejo fuerte.
Tras salir de la tienda de Navidad (Käthe Wohlfahrt) nos dirigimos hacia el extremo este, hacia la puerta del castillo que da entrada a los jardines del mismo, desde donde hay vistas del extremo sur del pueblo, y del rio Tauber, con su puente doble, y que está a un nivel inferior con respecto a la altura de los jardines del castillo.

De nuevo subimos a la plaza del ayuntamiento para girar hacia el sur por Schmiedgasse, llegando a la puerta de Kobolzell y la torre de Siebers.
Desde allí decidimos bordear la muralla hacia el noroeste. Rápidamente encontramos la subida a la muralla, por la que seguimos andando hacia el extremo oeste del centro histórico, la puerta de Röder en la zona del fuerte viejo.

Aquí abandonamos la muralla, y volvimos hacia el centro del pueblo de nuevo. En la plaza del Ayuntamiento habían montado un escenario para una función de ópera, y pensamos que sería bueno buscar sitio en una de los restaurantes cercanos para cenar mientras escuchábamos opera en directo. Pero como aun faltaba un buen rato para que empezara caminamos un poco mas hacia la zona norte para intentar entrar a la iglesia de San Jacobo, sin éxito porque ya era tarde y estaban de servicio religioso. En el paseo no pudimos resistir la tentación de probar una schneeballen, un enorme pastel en forma de bola, cuyo principal problema consistía en hincarle el diente.
Al final volvimos a la plaza para intentar cenar, pero los sitios cercanos al escenario estaban llenos. Afortunadamente, unos metros mas allá, había una mesa libre, en una de las calles que salen de la plaza, desde donde también se podía oír la música. El restaurante se llamaba Baumeisterhaus (Schmiedgasse 3), y nos estrenamos con plato de salchichas sobre lecho de patatas y carne en salsa. La primera cerveza de medio litro, y el primer strudel de postre. La comida no estuvo mal, pero resulto una cena muy agradable al estar amenizada con opera en directo.
Lástima que a las 9 empezaron a cerrar el restaurante; así que pagamos y nos fuimos a pasear un poquito mas, de paso hicimos algunas fotos mas de la plaza, ya que con la iluminación Rothenburg se transforma en una ciudad realmente medieval y las cosas se ven de distinta manera, parece como si te transportase unos siglos mas atrás mientras caminas pos sus calles. y llegar al hotel un poco antes de que cerraran la puerta.

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