miércoles, agosto 25, 2010

VIAJE A BAVARIA 4: MUNICH

Martes 10 de Agosto
En nuestro segundo día en Múnich, desayunamos en la estación de trenes, en el mismo sitio que lo habíamos hecho el día anterior. Después de recoger el coche en el parking del hotel y guiados por el navegador nos dirigimos hacia el centro de Dachau, con la intención de encontrar la oficina de turismo donde nos den las indicaciones necesarias para llegar al campo.
Efectivamente llegamos al centro y allí nos dan la dirección, que al poner en el navegador, nos llevo al campo rápidamente. Pagamos el parking de entrada y compramos las entradas sin demasiadas colas. Hacemos entrada al campo de concentración por la entrada que tiene inscrita en su puerta el patético lema “el trabajo os hará libres”.

Recorremos el campo siguiendo las indicaciones de la audio guía, viendo rápidamente el museo, las explicaciones solo estaban en alemán e ingles, los pabellones reconstruidos, la zona de recuento, la calle principal, los monumentos religiosos, y terminamos en la zona del crematorio y el monumento al prisionero desconocido.

Al finalizar la visita a este campo de concentración nos sentimos menos impresionados de lo que pensábamos que nos íbamos a sentir, me impresiono mucho más el museo del holocausto que hay en Washington.
Nos dirigimos a la siguiente etapa del día: Schloss Nymphenburg, el palacio de verano de los Wittelsbacher, situado en medio de un bello parque, en la parte oeste de la ciudad.

Este palacio fue construido a instancias del Príncipe elector Fernando Maria y con el paso de los años sus sucesores fueron añadiéndole mas edificios dando lugar e este inmenso conjunto, joya del barroco alemán. En el edificio principal se puede admirar el salón de Piedra, decorado con impresionantes frescos,

Y la galería de las bellezas de Luis I (supuestamente sus amantes) con una colección de retratos de 36 mujeres, entre las que está el retrato de Lola Montez.
A pesar de que habíamos sacado el ticket combinado para todo Nymphenburg, eran 10€ frente a los 9€ por separado del palacio y la zona de carrozas y fabrica de porcelanas, verlos todos nos habría llevado casi 3 horas según el vendedor de tickets, pero como queríamos llegar a tiempo de ver la antigua Pinacoteca, nosotros solo le dedicamos una hora y media, por lo que lo vimos todo bastante rapidito.

Después de ver el palacio, nos acercamos a Amalienburg, uno de los pabellones de caza, que había dentro del recinto de Nymphenburg, cuya aexquisitez y elegancia quedan reflejadas en la sala circular de los espejos.
Paseamos por los jardines y decidimos no ver los otros gabinetes (Badenburg y Pagodenburg) y dirigirnos a las caballerizas para ver las carrozas, que cuenta con una colección de carruajes espectacular, que nos dejo impresionados, en especial las utilizadas por Luis II.
En el piso de arriba se encuentra la colección de porcelanas provenientes de la fábrica del mismo palacio, que aun hoy sigue estando en las dependencias del palacio.

Un poquito al trote nos dirigimos a la antigua pinacoteca (Alte Pinakothek) que cerraban a las 18hrs.
Un poco antes de empezar a ver la colección , en el mismo bar del museo, nos comimos un par de sándwiches de atún y unas coca-colas Light, algo completamente inusual en nuestro menú bávaro hasta ese momento, y con nuestras audioguias al cuello nos dispusimos a ver las principales obras del museo, ya que verlo entero hubiera resultado imposible.
El museo, con obras provenientes en su mayoría de las colecciones privadas de la familia Wittelsbach, contiene cuadros de Durero, Van Dyck, Tiziano, Botticelli, Rafael y Rubens entre otros, representando así prácticamente a todas las escuelas pictóricas europeas desde la edad media hasta el S. XVIII.

Salimos del museo cuando ya estaban cerrando sus puertas y nos fuimos hasta el Englischer Garten, un parque bastante grande de más de 5Km de largo, con algunos canales y lagos con agua proveniente del rio Isar, el rio que atraviesa la ciudad de Múnich.
No sabíamos muy bien a qué zona del jardín podíamos llegar en coche, así que pusimos a funcionar el navegador y nos llevo a la zona norte donde aparcamos. La zona era la más cercana al lago, en el que había un restaurante donde la gente estaba comiendo en mesas cerca del agua, en el mismo estilo de banco corrido y picnic que habíamos visto por la mañana en el mercado.
Dimos un paseo por la orilla del lago, y nos dispusimos a buscar la pagoda uno de los símbolos del jardín. Miramos un cartel y nos equivocamos al entender que la pagoda estaba en el extremo sur del jardín, lo que nos hizo coger otra vez el coche y callejear, hasta encontrar un sitio para aparcar en la zona sur del jardín, junto al Haus der Kunst.
Dejamos el coche y dimos un paseo de casi 50 minutos ida y vuelta hasta la pagoda, atravesando los senderos que cruzan el parque, y por los que vimos a mucha gente jugando en el césped o tomando el sol y cruzamos algunos riachuelos a uno y otro lado del camino. Fue una pena porque la pagoda estaba en el centro del Garten, y podríamos haber llegado igual desde la primera parada, ahorrando el tiempo de callejeo de norte a sur. La pagoda resulto ser otro lugar de comida y cena de picnic, como lo había sido el cercano al lago, o el del mercado de por la mañana. Había música típica y un montón de gente con sus cervezas y con comida que habían llevado hasta allí o que habían comprado allí mismo.

Después de pasear un ratillo iniciamos el camino de vuelta y llegamos al coche bastante cansados.
De camino al hotel pasamos por el recinto de la octoberfest (Theresienwiese), donde ya estaban empezando a montar algunas de las enormes casetas.
Nos fuimos para el hotel, y después de dejar el coche y de cambiarnos de ropa, nos acercamos a cenar a Zum Agustiner en Neuhauser, otro de los sitios con solera en Múnich.
Al principio no encontramos el codillo en la carta, porque no sabíamos como se decía codillo en alemán, pero en la carta en español vimos que hay algo que llaman “media pata de cerdo”, decidimos pedirlo y resulta ser el codillo buscado. Pedimos también un filete empanado, ensalada de patata y de col, Y los pretzels de siempre.
Nos volvemos al hotel y a dormir, decidimos hacer la maleta la mañana siguiente.

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