lunes, agosto 23, 2010

VIAJE A BAVARIA 3: MUNICH

Lunes 9 de Agosto
A pesar de que no era nuestra primera visita a Munich (habíamos estado 2 veces para ver el máster de tenis) pensamos que sería una buena idea tener una primera toma de contacto con la ciudad de la mano de los chicos de Sandeman (www.neweuropetours.eu, Las visitas guiadas gratuitas salen de Marienplatz a las 10.45 y suelen durar unas 3 hs).
Así pues, no madrugamos demasiado y tras desayunar en uno de los chiringuitos de la estación, fuimos caminando hacia MarienPlatz por la Bayerstrasse. Enseguida llegamos a la Karlsplatz donde está el Palacio de justicia, monumental obra del S. XIX, inspirado en el estilo renacentista italiano.

Y pasando por la Karlstor, una de las tres puertas de la ciudad que quedan en pie, llegamos a neuhauser, calle peatonal y muy comercial, que directamente nos llevó en 20 minutos a Marienplatz.
Llegamos a la plaza antes de tiempo, así que empezamos a hacer las primeras fotos y a deambular por los alrededores, especialmente dimos un vistazo al Virtualienmarkt; como eran poco más de las 10 de la mañana, la afluencia de gente era mucho menor de la que luego vimos a la hora de la comida.
Cuando llego la hora (10.45) nos acercamos al punto de encuentro en la columna de Maria en la Marienplatz y allí estaban los dos guías (una chilena, Francisca, y un canario David).
Nos ilustraron a cerca de la historia de la plaza y nos comentaron todo lo referente al carillón. Después del carillón de las 11, y de oír cantar al cuco, empezamos el tour; se echo a cara y cruz el reparto de los guías y nos tocó Francisca.
Entramos a la parte de atrás del ayuntamiento nuevo, donde hay un restaurante y desde allí fuimos a la catedral, que gracias a sus torres es prácticamente visible desde cualquier rincón de Múnich y que junto con el ayuntamiento son los dos edificios mas conocidos de la ciudad. Es una de las iglesias góticas más importantes de Alemania.
Se construyo en ladrillo rojo, y esto ayudo a que sus obras finalizaran en un tiempo record para los promedios de la época. Sus famosas torres están coronadas con unas curiosas cúpulas inspiradas en el arte renacentista italiano, y aunque en un principio eran provisionales, fueron tan aceptadas por los muniqueses que nadie se plateo sustituirlas. A la entrada del templo se puede ver, según una leyenda, la llamada huella del diablo.
Volvimos a Marienplatz para que Francisca nos enseñara la fuente del pescado, llamada así porque antiguamente los pescadores que comerciaban en esta plaza lavaban su género en esta fuente.
Camino de nuevo hacia del virtualienmarkt pasamos por la Iglesia de San Peter (Alter Peter), donde por la tarde subiríamos sus más de 300 escalones para divisar una de las mejores perspectivas de la ciudad. Cuando pasamos las campanas atronaban, y Francisca comento lo poco interesante de subir los 300 escalones a esa hora (las 12) para luego quedar aturdido por las campanas.
El viktualienmarkt (mercado de vituallas) tiene su origen en el S. XIX. Bullicioso y lleno de colorido ofrece por una parte productos como quesos, flores, vinos, souvenirs, etc.,
Y por otra un gran número de mesas y bancos donde comer y tomarse una cerveza.
Tras la visita rápida al mercado, que ya a esta hora estaba mucho mas abarrotado que cuando habíamos pasado nosotros, apenas un par de horas antes, nos dirigimos hacia la zona donde se encuentran las cervecerías más famosas. Primero pasamos por la puerta de Haxnbauer, donde según Francisca se hacen los mejores codillos, y de allí, a la vuelta de la esquina, llegamos a Höfbräuhaus, la más famosa cervecería de Múnich, fundada en 1589 como cervecería ducal, pero no fue hasta el S. XIX hasta que toda la población pudo tener acceso a sus enormes salas y su música en directo. Al año se sientan en sus mesas más de 4 millones de turistas. También ha pasado a la historia por haber sido el primer escenario, en 1920, de una manifestación nazi.
Hicimos una breve parada técnica para quien quisiera ir al servicio o comer algo, y hacia las 12.45 reanudamos la marcha.
Continuamos la marcha por la Maximilianstrasse, la calle donde se encuentran todas las tiendas de marca y caras de Múnich, y de ahí llegamos a la Max-Joseph-Platz, donde se encuentra el teatro nacional, de estilo neoclásico.

Y de allí, bordeando el conjunto monumental conocido como la Residenz nos dirigimos hacia Odeonsplatz, pasando por el sitio, en la calle Residenz, donde había habido una placa conmemorativa del intento de golpe de estado fallido de Hitler, tras el cual fue detenido, y después de pasar solo unos años de cárcel, en los que escribió su libro “Mi lucha (en alemán Mein Kampf)” fue puesto en libertad por un juez también nazi.
Al llegar a Odeonsplatz, delante del Pórtico de los Mariscales (copia de la loggia que hay en la plaza della signoria en Florencia) y desde el cual a Hitler le gustaba soltar sus soflamas, Francisca, nuestra guía, se ofreció a contestar todas nuestras dudas, dando así por finalizado el tour. Tras agradecerle sus explicaciones y el tiempo que nos había dedicado algunos le dimos una propina.

Había que descansar un poco, y reponer fuerzas, así que después de buscar un poco, decidimos sentarnos en el Zum Franciscaner, cercano a la plaza de la opera. En este ocasión tomamos salchichas pequeñas Bratwurst (con su chucrut, que seguía sin gustarnos demasiado) y una ensalada con pavo; además de los pretzel, a los que nos habíamos abonado.
Tras el descanso nos dirigimos a ver la Residenz. Sacamos el ticket conjunto para ver el palacio de la residencia (Residenzmuseum), el tesoro (Schatzkammer) y el teatro Cuvillies. Empezamos por el tesoro, en el que se puede ver una amplia colección de objetos de orfebrería, cristal, marfil y esmaltes.

La Residencia fue morada de los Witteisbach entre los S. XIV y XIX, y en ella se puede admirar junto a la riqueza de ideas del barroco la suntuosidad del rococó. Por ello se le considera una autentica joya del renacimiento europeo.
Entre todas sus estancias, destacan la impresionante sala renacentista del Antiqurium, con su techo abovedado y sus 69 m. de longitud,
La Ahnengalerie (galería de los antepasados), con más de 121 retratos de familia,
Los salones del reino

Y las capillas reales.
También cabe destacar el grottenhof (Patio de las Grutas) con cochas adheridas a sus paredes.
Y por último el teatro Cuvillies, del S. XVIII, que sin duda es el edificio más hermoso de todo el conjunto.
Salimos del complejo de la residencia y nos fuimos de nuevo a la Odeonsplatz para verla y a sacar fotos con calma.
Y visitar el interior de Theatinerkirche, la iglesia barroca completamente blanca en el interior y amarilla en el exterior.

Este templo se construyo como iglesia real en el S. XVII, siguiendo los patrones del barroco italiano. Aunque mas tarde se le incorporaron algunos elementos rococós.

De allí de nuevo a la zona de Marienplatz, un poco deprisita porque a las 18hrs cerraban el mercado y queríamos comprar algunas cosas que habíamos visto por la mañana, y antes queríamos también subir al campanario de la iglesia de San Peter (Perterskirche).
Previo pago de 1,5€ por barba y 305 escalones, algunos de ellos bastante angostos, conseguimos alcanzar la cima. Como el tiempo seguía siendo sorprendentemente bueno y claro, las vistas de la ciudad eran espectaculares. Hasta se veían los Alpes en la lejanía.
Bajamos para llegar a tiempo al mercado, donde efectivamente estaban cerrando las tiendas a la hora que habían dicho. Puntualidad alemana que dirían.
A partir de este momento dudamos sobre qué hacer. Por un momento estuvimos a punto de coger el metro para ir al jardín inglés (Englische Garten) pero el precio del metro, el cansancio y pensar que podíamos ir al día siguiente en coche hicieron que cambiáramos de opinión. Nos tomamos un par de batidos de chocolate y fresa en una heladería de Marienplatz, y nos dirigimos hacia la St. Jakobs-Platz, donde se encuentra el centro judío, que agrupa la Sinagoga y el Museo Judío.

Continuando por la calle Oberanger y encontramos la puerta Sendlinger Tor, del S. XIV.
Desde aquí seguimos por la calle Sendlinger buscando la iglesia de los Hermanos Asam, y su casa que estaba justo al lado, lástima que ya a esas horas estaba cerrada y no pudimos verla por dentro.
Luego fuimos dando la vuelta por el ring interior hasta llegar desde Sedlinger Tor a Karlplatz donde habíamos entrado al recinto histórico por la mañana. Dudamos si irnos al hotel y descansar, o volver al centro e internar cenar en HB; y al final, aunque cansados, decidimos ir hacia HB. Pasamos por la iglesia de San Miguel (Michaelskirche), que casualmente estaba abierta y entramos a ver su interior.

Seguimos paseando por Neuhauser camino de Marienplatz y de la calle donde estaba HB.
Al llegar a Hofbräuhaus, La actividad en la cervecería era incesante, estaba hasta los topes, había gente de todas partes comiendo y bebiendo al son de la música muniquesa.

Después de dar varias vueltas por el enorme local, encontramos un pequeño sitio libre junto a unos japoneses y otra pareja que se iba. Nos sentamos y rápidamente vino el camarero a preguntarnos por la bebida. Pedimos cerveza Radler para mi (esta es la cerveza que les gusta a los que no nos gusta la cerveza) y mi marido se pidió cerveza normal; ambas tenían que ser de litro, porque a partir de las 6 de la tarde no las sirven mas pequeñas.

Compramos un pretzel gigante a una vendedora del local y nos dispusimos a esperar casi una hora hasta que aparecieron los dos platos de salchichas que habíamos pedido. Prácticamente en cada comida comíamos salchichas pero es que están tan ricas y nos gustan tanto que no podíamos resistirnos, además aquí en España no comemos nunca. Lo pasamos muy bien con el ambientazo que había en el local.
Nos dispusimos a volver al hotel, haciendo el camino inverso por Neuhauser, y viéndonos en una pantalla gigante que Sony tenía instalada en la tienda de Benetton de esa calle. Unas cuantas fotos al lobby de diseño de nuestro hotel (Sofitel) y a dormir que le día había sido muy largo.

No hay comentarios: